sábado, 3 de diciembre de 2011

Violencia de género

Un hijo en Liliput cansado de la comida desabrida e insulsa que su madre le daba, la pateó con todas sus fuerzas. Ella cerró los ojos al recibir el dolor pero no supo cómo reaccionar, jamás le había devuelto el golpe a su hijo, y además no sabía cómo hacerlo. Él, al sentir la impasibilidad de ella y ya víctima de la cólera, la pateó nuevamente, esta vez a la altura de los riñones. Ella respiró profundo e intentó calmarse, luego comenzó a cantar despacio. Él, también se calmó, se acomodó dentro de la placenta y se quedó dormido.

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